En este caso, a una masa de uranio, llamada "subcrítica", se le añade una cantidad del mismo elemento químico para conseguir una "masa crítica" que comienza a fisionar por sí misma. Al mismo tiempo se le añaden otros elementos, que potencian la creación de neutrones libres, acelerando la reacción en cadena, que se hace "sostenida", provocando la destrucción de un área determinada por la onda de choque mecánica, la onda térmica y la radiactividad.[2]
El arma de plutonio tiene un diseño más complicado. La masa fisionable se rodea de explosivos plásticos convencionales, como el RDX, especialmente diseñados para comprimir el metal, de forma que una bola de plutonio del tamaño de una pelota de tenis se reduce casi al instante al tamaño de una canica, aumentando notablemente la densidad del material, que entra instantáneamente en una reacción en cadena de fisión nuclear descontrolada, provocando la explosión y la destrucción total dentro de un perímetro limitado, además de que el entorno circundante se vuelva altamente radiactivo, dejando secuelas graves en el organismo de cualquier ser vivo.[cita requerida]
Para iniciar este tipo de reacción en cadena es necesario un gran aporte de energía, por lo que todas las bombas de fusión contienen un elemento llamado iniciador o primario, que es una bomba atómica de fisión que produce la detonación inicial de la bomba principal; a los elementos que componen la parte fusionable de la bomba (deuterio, tritio, litio, etc.) se les conoce como secundarios.[cita requerida]
La primera bomba de este tipo fue detonada en Enewetak (atolón de las Islas Marshall) el 1 de noviembre de 1952, durante la prueba Ivy Mike, con marcados efectos en el ecosistema de la región. La temperatura alcanzada en la «zona cero» (lugar de la explosión) fue de más de 15 millones de grados, tan caliente como el núcleo del Sol, por unas fracciones de segundo.[cita requerida]
Las bombas llamadas termonucleares o bombas de hidrógeno no son bombas de fusión pura, sino bombas de fisión/fusión/fisión. La detonación del artefacto primario de fisión produce la reacción de fusión, como la descrita, cuyo propósito es generar neutrones de alta velocidad, que, a su vez, producen la fisión del (235U, 239Pu o incluso 238U) que forma parte del secundario.[cita requerida]
La bomba de neutrones, también llamada bomba N, una bomba de radiación directa incrementada o bomba de radiación forzada, es un arma nuclear derivada de la bomba H que los Estados Unidos comenzaron a desplegar a finales de los años setenta. En las bombas H, normalmente menos del 25 % de la energía liberada se obtiene por fusión nuclear y el otro 75 % por fisión. En la bomba de neutrones se consigue hacer bajar el porcentaje de energía obtenida por fisión a menos del 50 %, e incluso se ha llegado a hacerlo tan bajo como un 5 % y el resto es por la fusión nuclear.[cita requerida]
En consecuencia, se obtiene una bomba, que para una determinada magnitud de onda expansiva y pulso térmico produce una proporción de radiaciones ionizantes (radiactividad) hasta siete veces mayor que las de una bomba H, fundamentalmente rayos X y gamma de alta penetración durante pocos segundos. En segundo lugar, buena parte de esta radiactividad es de mucha menor duración (menos de 48 horas) que la que se puede esperar de una bomba de fisión convencional.[cita requerida]
Las consecuencias prácticas son que al detonar una bomba N se produce poca destrucción de estructuras y edificios, pero mucha afectación y muerte de los seres vivos por la radiación, incluso aunque estos se encuentren dentro de vehículos o instalaciones blindadas o acorazadas. Por esto se ha incluido a estas bombas en la categoría de armas tácticas, pues permiten la continuación de operaciones militares en el área por parte de unidades dotadas de protección (ABQ).[cita requerida]
Confusión con otro tipo de armamento que emplea material radiactivo
Este tipo de armas es más accesible que las armas nucleares por su diseño mucho más sencillo, aunque con un elevado daño potencial para las víctimas que la sufran. Sin embargo, este tipo de artefacto no se puede calificar como bomba nuclear, ya que no hace uso de reacción nuclear explosiva alguna. Lo único que tienen en común las bombas sucias y las bombas nucleares es el uso de elementos radiactivos en su dispositivo.[cita requerida]
Utilizada por los ejércitos actualmente, no se considera bomba sucia, pues se afirma que no tiene efectos radiactivos. Esta afirmación es discutible porque veteranos de combate que han utilizado y manipulado esta munición han sufrido intoxicaciones por radiación[cita requerida], y también existen investigaciones que prueban que los lugares que fueron escenario del uso de este tipo de munición están contaminados con radiactividad.[cita requerida]
Se trata de munición fabricada a partir del aprovechamiento del uranio empobrecido resultante del enriquecimiento de uranio para los usos civiles de la energía nuclear. Una de las ventajas que aporta el uranio empobrecido en los proyectiles es su elevada densidad como material (mayor que la del plomo), lo que facilita su poder de penetración. Otra es su carácter incendiario, ya que puede alcanzar los 600°C espontáneamente. Esto provoca que al penetrar en el objetivo tras el impacto, el proyectil arda instantáneamente incendiando todo lo que está a su alrededor (por ejemplo, la tripulación de un carro de combate y toda su carga explosiva).[cita requerida]
Un efecto colateral del uso de uranio empobrecido procedente de combustible nuclear reprocesado (y no del sobrante del enriquecimiento de uranio) es que contiene trazas de plutonio, un material altamente radiactivo que provoca cáncer y enfermedades severas a los humanos que entren en contacto con él. Los ejércitos que han usado en sus arsenales este material (como por ejemplo el Ejército de Estados Unidos) han reconocido la presencia de trazas de plutonio en sus proyectiles a la vez que se han comprometido a tomar medidas para evitar la contaminación radiactiva tras su uso.[1]
Explosiones de bombas nucleares más importantes en la historia
↑Dower, John W. (1986). «Three Narratives of Our Humanity». En Linenthal, Edward T. y Engelhardt, Tom, ed. History Wars. The Enola Gay and Other Battles for the American Past. Henry Holt and Company. pp. 63-96 y 257-269. Versión en español: Pérotin-Dumon, Anne, ed. (2006). «Tres relatos sobre nuestra humanidad La bomba atómica en la memoria japonesa y estadounidense». (Horacio Pons, trad.). Historizar el pasado vivo en América Latina: 1-54.