Diseñada como casa unifamiliar con aspecto de palacete, recordando la antigua casa Grallarenacentista desaparecida a mediados del siglo XIX, Puig i Cadafalch le rindió homenaje realizando la puerta principal y la ornamentación de las ventanas como una reproducción de dicha casa-palacio. Fueron el escultor Eusebio Arnau junto con Alfons Jujol los encargados de estos menesteres así como los que realizaron los medallones de los bustos de Cervantes, Fortuny y Wagner colocados sobre los ventanales. En el ángulo de la fachada se construyó una torre con aire medieval y el remate del edificio es un voladizo con cerámica vidriada.
Sin llegar a ser habitada por su propietario, pasó a usarse como colegio de monjas a partir del año 1908; en el periodo de la guerra civil española fue sede del Ministerio de Sanidad, pasada la contienda, el colegio se amplió entre los años 1943-1945, y se procedió a su venta hacia el año 1969. Hacia los años ochenta del siglo XX, se realizó otra nueva remodelación para adecuarlo a ser la sede de la Diputación de Barcelona, derribándose los añadidos y haciendo unas obras de restauración respetando la obra de Puig i Cadafalch y ampliando con un nuevo edificio en la parte posterior, proyecto de los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milà.