La esmeralda fue bautizada con el nombre de Fura inspirándose en una leyenda de los indígenas muiscas, habitantes de las montañas de Muzo, que narra como los hijos de dos caciques de tribus enemigas, llamados Fura y Tena se enamoran en contra de la voluntad de sus familias, y posteriormente tras un desencuentro amoroso, Tena fallece y, según la mitología, los dos amantes se transforman en ríos y montañas de esmeraldas.[1]