Se trata de la gallina española más antigua de cuantas aparecen reflejadas en los libros, gozando de gran prestigio no sólo entre los avicultores españoles, sino también fuera de nuestras fronteras.[1]
La gallina Andaluza Azul[2] (Blue Andalusian en su denominación internacional) es una raza que se exportó desde Andalucía a Inglaterra a mediados del siglo XIX (1851) y es la única raza que lleva en su nombre el término de "andaluza".
Existen animales negros, blancos manchados de gris y grises (azules), estas últimas son las únicas que pueden presentarse en exposiciones. El peso de los gallos va de 2,5 a 3,0 kg y el de las gallinas de 2,0 a 2,5 kg. Es una raza de doble propósito es decir para carne y para la producción de huevos, su puesta anual supera los 160 huevos y su tamaño medio es de 60 g. Es una raza de tipo mediterráneo, activa y nerviosa, no es habitual que incube sus huevos por lo que suele emplearse gallinas de otras razas para su reproducción.
El gallo combatiente español es una raza originaria de España, especialmente abundante en Andalucía, utilizado para las peleas de gallos por su actitud de combatir con los de su misma especie.
En función del área geográfica, suele hablarse del gallo combatiente español tipo jerezano y del tipo canario. En el marco de Jerez de forma tradicional y popular se les llama "gallos ingleses" o "gallinas inglesas" y suele admitirse la influencia del Old English Game, llevada a la zona por los bodegueros británicos dedicados a la crianza y exportación del jerez.
La utrerana es una raza que debe su reconocimiento y recuperación a Joaquín del Castillo, quien hacia 1926, preocupado por la pérdida de las razas tradicionales, empezó la recolección de huevos por los cortijos del Bajo Guadalquivir sevillano.[3] Después de una cuidada selección morfológica, en 1946 se aprobó el patrón racial de la variedad blanca, en 1948 el patrón de la variedad franciscana y en 1949 los patrones de la negra y perdiz. A mediados del siglo XX, con la introducción de otras razas más productivas, la raza sufrió un gran retroceso y no fue hasta el 2007 cuando el Comité de Razas de Ganado de España reconoció la raza como autóctona. Las distintas variedades reconocidas son la negra, franciscana, perdiz, blanca, roja y rubia.
La gallina Sureña, nombre oficial, aprobado y aceptado por todos los criadores de dicha raza, también era conocida popularmente como gallina andaluza o gallina andaluza sureña, gallina andaluza española o gallina cortijera. Estas variaciones en su nomenclatura se corresponde según a la zona del territorio andaluz donde habitan. Para unificar, trabajar y mitigar posibles dudas sobre la raza nace la Federación Andaluza de Criadores de Gallinas Sureñas [1]. Bien cabe aclarar que esta raza vivía asociadas a la vida rural donde eran las mujeres las encargadas de los gallineros.
Esta ave es una gallina de tipo mediterráneo, de crecimiento más bien lento y de doble propósito: producción de carne y huevos. Su producción de huevos es superior a los 165 anuales y un peso medio de 70 g. Son ejemplares rústicos, activos y poco predispuestos a incubar. Además, de su actitud productiva estas gallinas destacan por la gran diversidad de colores presente en su plumaje. Entre las variedades de plumas destacan son la negra, azul o ceniza, blanca sucia o salpicada de gris, franciscana, blanca, perdiz, leonada armiñada en negro (también conocida como morucha), armiñada y plata, entre otras.Tal diversidad cromática en estas aves están retrasando el proceso de reconocimiento oficial de la raza, ya que se crean discrepancia entre los afines a la raza.
Aunque ya era muy conocida y valorada en España en la segunda mitad del siglo XIX, la raza fue cayendo en un progresivo olvido, salvo en el mundo meramente rural. Sin embargo, a principios del siglo XXI se ha iniciado la labor de crianza y recuperación de la antigua raza por parte de criadores particulares, como los de la Asociación de Criadores Gaditanos de Gallina Andaluza - Los Alcornocales, entre otras.