La Iglesia católica es la organización religiosa mayoritaria en España, a la cual se adscriben aproximadamente tres cuartas partes de la población.[1]
Van a misa varias veces por semana (1,9%) Van casi todos los domingos y festivos (10,4%) Van alguna vez al mes (10,7%) Van varias veces al año (13,4%) Casi nunca van a misa (24,5%) No católicos (39,1%)
Según la memoria de actividades de la Iglesia de 2012,[actualizar] en España hay 34 496 250 bautizados, que cubrirían el 73 % de la población. Están organizados en 70 diócesis y arquidiócesis.[7]
En julio de 2018, el Centro de Investigación Sociológica publicó una encuesta realizada a 2485 adultos residentes en España. Según esta encuesta, el 66,3 % de los encuestados se definían como «católico» en “materia religiosa”. Por otro lado, a la pregunta sobre asistencia a ritos (católicos o no) más allá de ocasiones sociales (bodas, primeras comuniones), un 62,5% afirmó no ir “casi nunca”, un 13,4 % acudía “varias veces al año”, un 10,7 % acudía “alguna vez al mes” y un 10,4 % “casi todos los domingos y festivos”. Un 1,9 % afirmó acudir “varias veces a la semana”.[8]
Según el Eurobarómetro 69 (2008), otra fuente independiente, sólo el 3 % de los españoles considera la religión como uno de sus tres valores más importantes, mientras que la media europea es del 7 %.[11] [actualizar]
Evolución del sentimiento religioso en España - CIS
Gráfico no disponible temporalmente debido a problemas técnicos.
Católicos No creyentes y ateos Creyentes de otras religiones[12]
Cifras oficiales de sacerdotes y religiosos/as y seminaristas y evolución reciente
El número total de sacerdotes ha ido oscilando en las últimas décadas. Hubo una reducción durante varios años, de 24.300 en 1975 a 19.307 en 2005. Con un posterior incremento hasta llegar a 24.778 a finales de 2010.[13] Según la memoria del año 2014, publicada en junio de 2016 por la CEE,[14] en España había: 18 813 sacerdotes.[15] En el año 2022, el número de presbíteros es de 16.568[16].
Según esta misma fuente, había también en España 918 monasterios con 9153 monjes y monjas de clausura, 8672 monjas de vida apostólica y 57 531 religiosos/as. Según datos de 2017 de la Confer (Conferencia de religiosos españoles), había en España 1279 personas en formación religiosa: 935 temporales (699 mujeres y 236 hombres) y 344 novicios (243 mujeres y 101 hombres). Las religiosas se redujeron un 6,9 % ─a 54 160─ en el período 2000-2005.[17] La disminución del número de religiosas se hizo notar en los siguientes años: a finales de 2011 eran 50.337.[13] La fotografía de la vida religiosa en 2022 deja los siguientes datos: 27.006 religiosas y 8501 religiosos, de los cuales 8436 monjes y monjas de clausura[18].
Según cifras oficiales de la CEE,[19] cursaron estudios en los seminarios españoles 1247 seminaristas mayores durante el curso 2016-17. Por lo que se refiere a estas cifras, también se han dado oscilaciones. Tras unos años de disminución (entre 2006 y 2010), hubo un incremento (en 2012), si bien no se ha recuperado el número de 2006. Para el curso 2006-2007 había 1397 seminaristas mayores, mientras que en el curso 2012-2013 el número era de 1307.[20] En 2022 la cifra es de 1066[18].
En el transcurso del siglo XXI se ha reducido a la mitad el número de personas que residen en instituciones colectivas de carácter religioso: conventos, seminarios, monasterios, abadías y establecimientos análogos. En 2001 eran 41 137 y en 2011 18 487 residentes, según los Censos de Población y Viviendas elaborados por el Instituto Nacional de Estadística, esta caída del 40 % entre 2001 y 2011 se produce tras la caída del 30 % durante la década de 1990.[actualizar][21]
Ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros, cuando vaya a España, iré a vosotros, pues espero veros al pasar y ser encaminado hacia allá por vosotros una vez que haya disfrutado de vuestra compañía. Pero ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos, porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén. Les pareció bueno hacerla, ya que son deudores a ellos, porque si los gentiles han sido hechos partícipes de sus bienes espirituales, deben también ellos ayudarlos con bienes materiales. Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado esta ofrenda, pasaré entre vosotros rumbo a España.
A comienzos del siglo IV tuvo lugar en Iliberis, una ciudad cercana a la actual Granada, el Concilio de Elvira, el más antiguo del que se conservan las actas. A él acudieron 19 obispos y 24 presbíteros para tratar temas de carácter disciplinar, por lo que para esa época la Iglesia representaba ya una pujante fuerza social y contaba en la península de una estructura bien organizada por diócesis, que tenían sus sedes en ciudades.[27][28][29]
La Iglesia española de la Edad Moderna, época en la que junto a la Edad Media lo religioso impregnaba lo civil,[32] fue desde entonces un mecanismo disciplinado y al servicio de la monarquía y los estamentos privilegiados, poco accesible a las ideas provenientes de la Reforma luterana, con lo que los conflictos religiosos de España no fueron comparables a los que desgarraron Francia, Inglaterra, Alemania o Hungría en esa misma época. España, garantizado el consenso interior en materia religiosa gracias al férreo control social, fue un firme bastión de la Iglesia católica, que los reyes de la Casa de Austria reclamaban defender en sus conflictos exteriores en Europa, en el Mediterráneo, y en la colonización de América, justificada como evangelización, aunque con reflexiones en contra como la del fraile dominicoBartolomé de las Casas.
La iglesia española durante el antiguo régimen fue una institución fundamental para el sostenimiento del antiguo régimen social de la España Moderna. Según los estudios de Virgilio Pinto[34] se puede ver que la Iglesia en España era una de las instituciones con mayor poder social y económico de toda Europa. Cuando se habla de las relaciones de la Iglesia católica con la monarquía de España son importantes dos conceptos: la Religiosidad y la Iglesia como institución supeditada a los intereses de la Corona y del mismo Vaticano. En el siglo XVIII se inicia del debate del jansenismo y del regalismo. En este sentido se ve el debate en torno a si la Iglesia de España fue controlada por la Corona de España. En los tiempos de Carlos III el rey ilustrado lo quiso así. Hay dos razones fundamentales: la primera era la ambición del estado por controlar a la Iglesia, una institución que ejercía el control efectivo de la ideología del pueblo, y una ansia utilización de la Iglesia por parte de una élite de ministros volterianos que se aprovechaban de la buena voluntad del Rey. La segunda teoría es que el estado quería reformas a la Iglesia con el fin de acabar con los desequilibrios que poseía y sus corrupciones.
Además de ello, la Iglesia española[35] en el siglo XVIII español presentaba problemas internos bastante notables. Fue una de las Iglesias que más rápido adoptaron las premisas establecidas en el concilio de Trento. Uno de los principales problemas era el gran aumento del clero durante la Edad Moderna, pero sobre todo del clero regular, aunque en el siglo XVIII el número se detuvo. Pero como dice Pinto,[36] era un clero numeroso y mal repartido. Primeramente por reinos vemos ya una desigualdad importante, en el año 1747 de los 165 663 eclesiásticos de España, casi 130 000 estaban en Castilla, y solo 38 234 en Aragón. Sabemos estas cifras gracias a los catastros y estudios demográficos como el del marqués de la Ensenada, o el del conde de Aranda. A finales del siglo XVIII, el número era de 182 564 eclesiásticos, pero había descendido en comparación con el año 1768, cuando había 191 101 eclesiásticos. Además, había una enorme desigualdad entre eclesiástico regulares y seculares. Estos problemas internos de la Iglesia se daban también en el ámbito económico y profesional. Un ejemplo brillante es el estudio del clero en la ciudad de Madrid durante el siglo XVIII donde vemos la enorme desigualdad social que había entre el clero madrileño. Fue tal el fenómeno que Carlos III prohibió la entrada de sacerdotes en la Villa y Corte para no tener sacerdotes vagabundeando por las calles pues muchos de ellos llegaban a la capital sin oficio ni beneficio y estaban tirados a su suerte recibiendo las atenciones de los hospicios píos de la capital. Carlos III además realizó reformas profundas para impedir que la religiosidad se convirtiera en dogma y también para limitar su impacto social pues pensaba que era un elemento que hacía a la sociedad española poco productiva económicamente.
Para el primer franquismo, el nacionalcatolicismo fue una de sus principales señas de identidad,[37] además de componer los "católicos" una de las familias en que Franco se apoyaba en el ejercicio de su poder.[38] Tras el Concilio Vaticano II, la jerarquía católica aparece dividida entre una orientación conservadora y otra progresista, a las que comunidades cristianas de base se alinean claramente, oponiéndose al franquismo. Al frente de esta ruptura con el régimen estuvo el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, presidente de la Conferencia Episcopal, y cuyo nombramiento supuso un punto de inflexión en las relaciones entre la Iglesia católica y el franquismo.[39][40]
La Transición supuso la aconfesionalidad del Estado y plena libertad religiosa según la Constitución de 1978, que reconoce también la peculiar condición de la Iglesia católica.[3] Las consecuentes relaciones de cooperación relativas a la financiación y la enseñanza (conciertos educativos y asignatura de religión), han dado origen, ya en democracia, a algunos enfrentamientos con movilizaciones masivas.[cita requerida] Otras cuestiones que separan a la Conferencia Episcopal de los sucesivos gobiernos han sido asuntos relacionados con la moral, como el divorcio, el aborto o el matrimonio homosexual, que la fe católica rechaza.[41][42]
La reciente incorporación a la sociedad española de numerosos contingentes de inmigrantes ha ampliado la presencia de confesiones cristianas no católicas, además de aportar una numerosa población musulmana. Pero el mayor desafío al que se enfrenta la Iglesia católica en España es la secularización de la sociedad,[43] creciente desde el desarrollismo del franquismo final. Sin embargo, la pervivencia de las tradicionales manifestaciones de religiosidad popular, vertebradoras de la identidad local de la práctica totalidad de los pueblos y regiones españolas, y de nuevas instituciones con presencia social decisiva (Cáritas, colegios religiosos, medios de comunicación como COPE...) siguen haciendo de la Iglesia católica un importante referente ideológico y social en España.
La Conferencia Episcopal Española es una institución permanente integrada por todos los obispos de España con el objetivo de ejercer conjuntamente algunas funciones pastorales. Cada diócesis es autónoma, por lo que la Conferencia Episcopal no es en ningún caso una "gran diócesis" que abarque a las demás, sino una asamblea de todos los obispos diocesanos.[2][47]
En España se encuentra asimismo una de las principales rutas de peregrinación de la cristiandad, el Camino de Santiago, que en los últimos años ha experimentado una notable revitalización. En el año 2012, por ejemplo, cerca de 192 000 personas lo recorrieron.[49] [actualizar]
En España, la Iglesia obtiene su financiación a través de distintas vías:
Aportaciones directas de los fieles: Son la principal fuente de financiación y representan el 50 % de los ingresos. Aquí se incluyen diversos medios como donativos, colectas ordinarias (que tienen lugar en las celebraciones litúrgicas y constituyen la forma habitual de captación de recursos de muchas parroquias), suscripciones periódicas de los fieles, herencias y legados, diversos aranceles o colectas extraordinarias (destinadas a alguna causa concreta como el DOMUND, la Campaña contra el Hambre, el Día del emigrante, etc.).[51][52][53]
Asignación tributaria: En España, los ciudadanos pueden elegir destinar el 0,7 % del Impuesto sobre la renta de las personas físicas al sostenimiento de la Iglesia católica. Esta vía, que depende del número de personas que manifiesten expresamente su voluntad de aportar dicho porcentaje de su contribución tributaria a la Iglesia, supone entre el 22 % y el 25 % de la financiación total.[51][54][55]
El Estado realiza cada año una previsión de la cantidad que los contribuyentes asignarán a la Iglesia, adelantándosela mensualmente. Finalmente se realizan dos liquidaciones (una provisional y otra final) en las que se regulariza el saldo, por lo que si la Iglesia ha recibido más dinero del finalmente concedido por los ciudadanos, el exceso será devuelto al Estado; y viceversa.[55][56]
Rendimientos del patrimonio eclesiástico: Un 5 % de los ingresos procede de los rendimientos económicos del patrimonio que administra la Iglesia para acometer obras apostólicas.[51] Dicho patrimonio tiene carácter permanente, por lo que no puede ser enajenado o convertido en dinero.[53]
Otras fuentes de financiación: Corresponde al 20 % restante de la financiación, procedente de la realización de actividades económicas (mantenimiento de colegios, hospitales, librerías, editoriales, etc.) y de la obtención de subvenciones a través de convocatorias públicas para programas de atención social o de rehabilitación del patrimonio cultural, entre otras fuentes.[51][53]
Régimen fiscal
El acuerdo sobre asuntos económicos de 1979 estableció un régimen fiscal concreto para la Iglesia católica que permitía la exención de distintos impuestos. Dicho régimen fiscal fue superado con la entrada en vigor de la llamada "Ley de mecenazgo" de 2002, que dispuso un nuevo régimen fiscal más beneficioso para entidades sin ánimo de lucro, al que puede acceder la Iglesia católica al igual que cualquier otra iglesia, confesión o comunidad religiosa que cumpla los requisitos establecidos por la ley.[53][57][58]
En los últimos años algunos grupos han acusado a la Iglesia de ser tratada con un trato privilegiado al estar exenta de ciertos impuestos, especialmente del Impuesto sobre Bienes Inmuebles;[59] acusación que se ha negado desde la Iglesia afirmando que recibe el mismo trato que todas las entidades sin ánimo de lucro a las que la Ley de mecenazgo aplica su mismo régimen fiscal, entre las que además de confesiones religiosas se encuentran fundaciones, federaciones deportivas, ONG, o asociaciones de utilidad pública.[60]
↑Barómetro del CIS julio de 2018 Fecha 01-jul-2018, N.º Estudio 3219, tamaño de la muestra: 2485, Ámbito Nacional (con Ceuta y Melilla), Población española / ambos sexos / 18 y más años.
↑Brown, Raymond E (2002). Introducción al Nuevo Testamento. II. Cartas y otros escritos. Editorial Trotta. p. 575. ISBN84-8164-539-7.
↑Bornkamm, Günther (2002). Pablo de Tarso. Barcelona: Ediciones Sígueme. p. 155. ISBN84-301-0775-4. «Queda por comprobar si Pablo ha podido realmente llevar a cabo su plan de misionar en el extremo de occidente, en España, como supone la Primera carta de Clemente. Sólo se podría afirmar eso si se conjugara con los Hechos de los Apóstoles el hecho de que tras su primera prisión en Roma quedara de nuevo libre y más tarde hubiera sufrido un segundo y definitivo arresto. Pero esto es enteramente inverosímil, y ni siquiera se puede probar desde las cartas pastorales como frecuentemente se ha intentado. En realidad, la noticia de la Primera carta de Clemente, inspirada en Romanos 15:24s.28, se explicará pensando que Pablo efectivamente esperaba todavía (poder viajar a España)».
↑Leonardi, Claudio; Riccardi, Andrea; Zarri, Gabriella (2000). Diccionario de los santosII. San Pablo. p. 1442. ISBN84-285-2259-6.|fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
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Dos. A estos efectos, se entenderá por cuota íntegra del impuesto la formada por la suma de la cuota íntegra estatal y de la cuota íntegra autonómica o complementaria en los términos previstos en la Ley reguladora del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas».