María Amalia fue la octava hija de los emperadores María Teresa y Francisco I. Nacida en el Palacio Imperial de Hofburg, creció en la corte vienesa de los Habsburgo en compañía de sus numerosos hermanas y hermanos, siendo muy apreciada por su belleza. Su educación consistió principalmente en arte y música.[1] A los veintidós años, quiso desposarse con el joven y atractivo príncipe Carlos de Zweibrücken, quien frecuentaba la corte de Viena y era muy conocido por la familia imperial. Sin embargo María Teresa y su ministro Wenzel Anton Graf Kaunitz consideraron que la unión no era lo suficientemente conveniente para la joven. De esta forma Carlos fue obligado a abandonar definitivamente la corte, ofendido por la Emperatriz. Contra su voluntad, María Amalia fue comprometida y después desposada con el Duque Fernando I de Parma.
El matrimonio también tuvo el apoyo del futuro José II, hermano mayor de María Amalia, cuya primera y muy amada esposa, Isabel de Borbón-Parma, había sido la hermana del duque Fernando. El marido escogido para María Amalia era cinco años más joven que ella y tenía signos de desequilibrio mental.
Duquesa de Parma
El matrimonio se celebró primero que nada en Viena el 27 de junio de 1769; María Amalia dejó Austria el 1 de julio de ese año acompañada por su hermano José. La boda oficial se efectuó el 19 de julio en el Palacio Ducal de Colorno. En Parma, María Amalia comenzó a interferir en la política, en un principio con el apoyo y consejo de su madre, la emperatriz María Teresa, que opinaba que su hija debía tomar parte activa de la política de su país adoptivo, pero solo como apoyo a Fernando. Sin embargo, la duquesa llevó el consejo de su madre al extremo, llevando a la corte de Parma a ser una ridícula exageración de la vienesa.
María Teresa, a pesar de la oposición de su hijo José II, convence a las cortes reales de Francia y España de dar apoyo, soporte financiero y ayuda política a la corte de Parma. Al poco tiempo María Amalia deja de lado a su marido de diecisiete años e inicia una vida disoluta que incluía amantes frecuentes. Los adulterios de la Duquesa escandalizaron a las cortes europeas que poco a poco enfriaron sus relaciones con Parma. La duquesa hace destituir a Guillermo de Tillot, un ministro que se oponía a sus adulterios y lo sustituyó por el español José del Llano, muy recomendado por Carlos III de España. El nuevo ministro no tenía influencia alguna sobre la Duquesa, que no modificó su conducta inmoral a pesar de las recomendaciones de del Llano.
Finalmente, temiendo ser asociado a la desaprobación que tenía la Duquesa, Carlos III finalizó las relaciones con Parma. Cuando María Teresa la instó a dejar de lado su estilo de vida, María Amalia interrumpe la correspondencia incluso con su madre; a causa de esto ambas jamás volvieron a reconciliarse a excepción de un breve período durante 1773 cuando da a luz a su primer hijo varón. La duquesa siempre se opuso al control que ejercía su madre a pesar de la distancia. Cuando su hermana, la Archiduquesa María Cristina (también conocida como Mimí) y su marido, Alberto de Sajonia, duque de Teschen, la visitaron en Parma en el año 1776, después de varios años de no verse, el príncipe Alberto escribió en su diario lo siguiente sobre María Amalia: "La infanta estaba tan cambiada que no la reconocí. No quedaba rastro de ese esplendor, de esa belleza que alguna vez fue admirada en ella; su hermosa cintura había desaparecido, y su ropa y su andar contribuían aún más a su descompostura."[2]
A pesar de las tensas relaciones con su hija, María Teresa comisionó un retrato de sus nietos de Parma al artista Johann Zoffany. Con el tiempo María Amalia y su esposo mejoraron su relación, y a pesar de los escándalos del pasado y de las excentricidades de la Duquesa, sus súbditos en general tenían una buena imagen de la pareja, y de ella se decía que era valiente y de buen corazón. María Amalia siempre estuvo en contacto con sus hermanas la Reina María Antonieta de Francia y María Carolina de Nápoles y Sicilia. Las tres intercambiaban cartas, retratos y regalos, de hecho una de las últimas cartas de María Antonieta durante su encarcelamiento, fue escrita a María Amalia y enviada en secreto, además María Amalia bautizó a su segunda hija en honor a la desgraciada soberana de Francia.
Últimos años
Debido a la ejecución de María Antonieta y de Luis XVI, María Amalia para siempre profesó un gran y profundo odio y desprecio por los franceses y la revolución. Cuando Napoleón Bonaparte invade Italia y su marido fallece (se sospecha que envenenado), María Amalia fue nombrada Jefe del Consejo de Regencia, que duró sólo unos pocos días. El 22 de octubre de 1802, los franceses expulsaron a toda la familia de Parma, estableciendo su residencia en Praga, donde murió dos años más tarde. Sus restos fueron enterrados en la Cripta Real de la Catedral de San Vito, y su corazón fue trasladado a Viena.
Descendencia
María Amalia y Fernando tuvieron nueve hijos, cinco de los cuales murieron en la infancia:
Carolina (22 de noviembre de 1770 - 1 de marzo de 1804), casada con su primo lejano Maximiliano de Sajonia. Tuvo descendencia.
Luis I (5 de agosto de 1773 - 27 de mayo de 1803), casado con su prima María Luisa de Borbón. Tuvo descendencia.
María Antonieta (28 de noviembre de 1774 - 20 de febrero de 1841), murió soltera y sin descendencia. Se unió a las Ursulinas en 1803.