Su topónimo indica la probable abundancia en el pasado de bosques de alisos, hoy en día desaparecidos debido fundamentalmente a la tala de madera para proveer a los hornos de la antigua fábrica de artillería de La Cavada y la pradificación de sus laderas para la actividad ganadera. No obstante, aún existen reductos de hayedos, bosquetes de avellanos y robledales, además de plantaciones de eucalipto.
Al estar enmarcado en una comarca donde predomina fundamentalmente la roca caliza, destaca la presencia de procesos kársticos como el rasgo más característico, pudiéndose apreciar claramente el valle de Matienzo, uno de los poljé habitados más importantes de Europa.
Desde su mirador y en días despejados es posible observar la bahía de Santander, el valle de Ruesga y gran parte de la zona oriental de Cantabria, Alto Campoo e incluso los Picos de Europa y la Cordillera Cantábrica. Debido a que su vía de acceso es una carretera poco transitada con una ascensión dura, sobre todo en sus ocho últimos kilómetros con curvas de escaso radio, suele ser bastante frecuentado por ciclistas y motociclistas. En una de las curvas existe un monumento dedicado a estos deportistas que fue inaugurado en 2003. [1]