En el siglo XV el Renacimiento italiano (Quattrocento) no había tenido casi influencia fuera de Italia. Ya en el siglo XVI (Cinquecento), el prestigio alcanzado por los artistas del Renacimiento pleno se expandió por toda Europa; aunque el desarrollo del gótico tardío continuó localmente en muchos lugares hasta la llegada del Barroco en el siglo XVII.[1] Para la segunda mitad del siglo XVI se suele utilizar el término Manierismo nórdico.
El Renacimiento nórdico se diferenció del italiano por su centralización del poder político. Mientras que Italia estaba constituida por ciudades-estado independientes, los países de Europa central y Europa occidental estaban emergiendo como estados-nación. El Renacimiento nórdico estuvo también muy ligado a la reforma protestante, y la larga serie de conflictos internos y externos que produjo.
Panorama
Quizá más importante que el inicio del Renacimiento en el norte de Italia fue su difusión a través de Europa. Además, Europa era largamente más uniforme bajo el sistema feudal. Este sistema económico había dominado allí por cientos de años, pero estaba en declinación al inicio del Renacimiento. Las razones para tal declive incluyen el contexto posterior a las grandes plagas, el creciente uso de moneda en lugar de tierras como medio de pago, el mayor número de siervos viviendo en libertad, la formación de los estados-nación con monarquías interesadas en reducir el poder de los señores feudales, la inutilidad creciente de las armas feudales frente a las nuevas tecnologías militares (por ejemplo, las armas de fuego), y un crecimiento general en la productividad agropecuaria debido a la mejora de las técnicas y métodos de cultivo. Como en Italia, la declinación del feudalismo abrió el camino para los cambios culturales, sociales y económicos asociados con el Renacimiento en Europa occidental.
Finalmente, el renacimiento en Europa occidental fue empujado por un retroceso de la Iglesia Católica de Roma debido a su eventual incapacidad para ayudar con las devastaciones de la Peste negra y el Cisma de Occidente que dividió a Europa. El bajo poder del feudalismo significó romper una política largamente establecida en la que los religiosos ayudaban a mantener a la población de menos recursos bajo control para recaudar impuestos. En consecuencia, a principios del siglo XV se produjo la aparición de muchas instituciones y movimientos seculares. Entre los más importantes se encuentra sin duda el Humanismo, que estableció las bases filosóficas para gran parte del arte y la ciencia renacentista. Muchas expresiones artísticas de este período hubieran sido prohibidas por la Iglesia un siglo antes, y ahora se toleraban e incluso promovían.
Sería inapropiado describir al Renacimiento como no religioso. El cristianismo era todavía una influencia predominante a través de Europa, y jugaba un rol importante en la vida del pueblo y de la nobleza. Sería más acertado describirlo como una época de crecimiento del secularismo, en la que la población retenía su religión pero comenzaba a participar en asuntos fuera de la iglesia.